La biblioteca

                                                          

                                                                      CAPITULO 1
                                                                           Mi día

 Yo soy Analuna y tengo 16 años, antes tenía sueños normales, hasta aquel día...
Era un día soleado, me desperté al oír a mi madre cantar:
-cumpleaños feliz...-
Estaba tarareando mientras que me hacía el desayuno especial, tortitas con sirope, nata y una vela por cada año.
Después de un rato mi padre me grito: -¡Despierta que hay cole!-
El pensaba que me tragaría que no era mi cumple y que tampoco era sábado, pero me despertaba pronto porque sabía que yo tenía que organizar mi fabulosa y espectacular fiesta, a la que acudían todos mis amigos:
Pedro, Juan, Andrea, las tocayas Auroras, Bea y mi amiga que venía de Irlanda Sol.

                                                                      CAPITULO 2
                                                                        La adivina

Por fin llegó la hora. Mis amigos iban a llegar en cualquier momento.
Escuché un sonido que me resultaba familiar, era el timbre.
Fue en ese momento en el que me di cuenta de que tenía un déjà vu... me parecía haber oído lo mismo que en otra ocasión, una vocecilla aguda acompañada de otra muy grave.
Eran mis tíos y mi prima que venían a darme una sorpresa inesperada, pero a pesar de que nadie me lo había dicho yo sabía a que hora iban a aparecer y qué iban a decir al entrar.
Era una terrible sensación de saber lo que iba a pasar, como si lo estuviera leyendo en un guión.
Yo me lo tomé como una casualidad y empecé a hacer un juego, casi sin querer.
Al rato dije que seguro que vendría Juan y que diría: "Hola ¿como está señora?"
Inmediatamente escuché eso mismo.

CAPITULO 3
Cumple

Todos mis amigos llegaron, y como era mi cumple decidí no preocuparme por eso. Nos lo pasábamos genial, hasta que de repente Sol se lesionó y yo no podía moverme para ayudarla; en ese momento recordé de que me sonaba haber visto esta situación, la vi en el sueño de aquella noche  pero en el sueño me podía mover para ayudarla, pero no lo hice debido a que mi madre me despertó antes de poder actuar.
Por un momento pensé que estaba loca, pero al final comprendí lo que me pasaba, me acorde de las últimas palabras que me dijo mi abuela antes de que se la llevaran al manicomio:
-Analuna, tu eres especial. Cuando naciste había luna llena y te concedió un don que te puede resultar problemático para vivir, pero el mundo necesita tu don para salvarse.

CAPITULO 4
Poder

Supongo que si mi abuela me dijo eso era por algo en especial, así que cuando se fueron todos después de la fiesta me fui a cenar y luego a dormir para terminar el sueño y para ver que pasaría. Cerré los ojos y vi que pedro se desmayaba y se caía por las escaleras pero yo le salvé de la caída cogiéndole al final de la escalera. Me desperté por la mañana y fui a vestirme porque había quedado con pedro, temiéndome quedarme paralizada otra vez le esperé frente a la escalera y... no pasó nada, bajó tranquilamente las escaleras como si nada. Estuvimos charlando un rato y luego se fue. Yo me quedé pensando lo que acababa de pasar y decidí volverme a dormir, a pesar de que no era la hora adecuada para dormir por ser la una de la tarde. En el sueño a mi madre se le caía una tarta al suelo y mi padre se resbala, yo no hice nada para ayudarle para ver si cuando me levantase ocurría eso. Me desperté y todavía era pronto para comer pero mi madre ya había hecho la compra y... pasó lo mismo que en el sueño pero yo estaba paralizada como en mi cumpleaños.


CAPITULO 5
El nuevo

El primer día de colegio después de mi cumple fue un día muy especial, un chico alto, delgado y muy guapo se presentó en medio de la clase de mates; al parecer es un chico nuevo que viene de américa.
De repente Nicolas (el nuevo) me guiñó el ojo, sentí como unas mariposillas en el estómago y cómo me tocaba mi pelo castaño y brillante. Al momento me dijo que mi pelo era precioso y le recordaba a la fuente de chocolate Wili Wonka, al instante solté una carcajada. La profesora le dijo que se sentase en un sitio libre (el único que quedaba era a mi lado). Supongo que la profesora estaba hablando de números, pero yo no me enteraba, estaba pensando en Nico. Cuanto más escribo ese nombre, mejor me suena: Nico, Nico, Nico...

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